La celulosa es un polímero formado por moléculas de glucosa, muy abundante en el reino vegetal, ya que forma parte de la pared celular de las plantas; está presente en la madera de árboles y arbustos, y constituye más del 90% de la composición del algodón. También sirve de materia prima para diversos tipos de sedas artificiales. La industria es la principal demandante de celulosa.
La producción de celulosa plantea serios problemas medioambientales. La celulosa empleada en la fabricación de papel de baja calidad como el de la prensa proviene de un simple proceso de triturado y cocción, cuyo único inconveniente es el alto consumo energético y la contribución al efecto invernadero. Sin embargo, para la mayor parte de las aplicaciones del papel se exige una mayor calidad, lo que implica un tratamiento químico para asegurar que las cadenas moleculares de celulosa no se rompan y para eliminar la lignina presente en la pasta de madera. Los métodos utilizados son muy agresivos con el medio ambiente porque consumen una gran cantidad de agua, que se contaminan con elevados niveles de sulfuro y compuestos orgánicos clorados. El uso de catalizadores y de nuevas técnicas de refinado de la celulosa ha reducido el riesgo de contaminación. Las empresas papeleras son incapaces de garantizar la ausencia total de sustancias tan peligrosas como las dioxinas.
Por encima de la contaminación, el principal problema relacionado con la producción de la celulosa es la deforestación. Los bosques y la selva constituyen la base de sumideros de CO2, impide la desertización al contribuir al fijar los suelos para evitar que las lluvias torrenciales arrastren la tierra fértil. Los bosques ayudan a mantener un adecuado nivel de humedad atmosférica y constituyen grandes ecosistemas.
Se calcula que los bosques y selvas tropicales acogen más del 60% de las especies animales y vegetales que viven en el planeta. Actividades como la industria de la madera y la celulosa; la tala indiscriminada; prácticas agrícolas y ganaderas en pocos años convierten suelos fértiles en yermos; la construcción de obras de ingeniería tiene a la larga un efecto devastador sobre la masa vegetal de nuestro planeta.
Las consecuencias de la explotación forestal son aterradoras: en menos de un siglo la superficie mundial de selva tropical se ha reducido a la mitad. Si el ritmo de destrucción se mantiene, en pocas décadas el cinturón verde ecuatorial que rodea al mundo habrá desaparecido.
2.1. Plantaciones forestales.
La industria de la celulosa es una auténtica devoradora de madera. Las multinacionales que trabajan con esta materia prima, han sido acusadas de explotar los bosques occidentales y de exportar los problemas medioambientales a los países del Tercer Mundo mediante la instalación de fábricas y la exportación ilegal de madera. Estas empresas que han equilibrado las talas con reforestaciones y el impulso de las plantaciones forestales.
Como alternativa ecológica, las plantaciones forestales son objeto de debate. En primer lugar, no llegan a convertirse en sumideros de CO2 comparados con los bosques naturales, ya que son talados para su uso industrial cuando alcanzan la madurez. Además, las plantaciones a menudo desplazan a los habitantes de la región donde se establecen, viéndose estos obligados a talar otras zonas del bosque para practicar agricultura y ganadería de subsistencia. Por otro lado, el impacto medioambiental de las plantaciones es importante, puesto que al ser monocultivos reducen la biodiversidad. El protocolo de Kioto incluye algunas cláusulas con el objetivo de regular las plantaciones forestales.
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